martes, 7 de mayo de 2013

“Abrir el pasado, cambiar el presente II: memoria de la Unión del Pueblo Canario”, este jueves 9 de mayo


Se extiende el debate sobre la urgencia de entrar en las instituciones para detener la actual barbarie y avanzar hacia ese otro mundo necesario, y solemos olvidar que una vez ya se hizo y fue aquí. Tras una intensa irrupción en el presente de Latitud 28 y sus retumbares de transformación político-cultural, este jueves 9 de mayo a las 20:00 en el Café d´Espacio volvemos a usar el CCCC* para abrir el pasado local, analizando esta vez el caso de la Unión del Pueblo Canario, coalición que alcanzó la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria en las primeras elecciones municipales tras la muerte de Franco, en el año 1979. Contaremos para ello con la presencia del destacado historiador Agustín Millares Cantero y del militante y antiguo concejal de la UPC Enrique Caro, con quienes debatiremos sobre las particularidades de aquella experiencia y sobre la actualidad de sus postulados.


Una introducción somera a la historia de este movimiento político la podemos encontrar en la wikipedia. Más interesantes y vívidas, sin embargo, nos parecen estas impresiones del que a su vez fuera alcalde de Las Palmas con el PSOE, Juan Rodríguez Doreste, quien, tratando de dejar a la posteridad una imagen condenatoria del “caos” de aquel periodo, nos suministra, a fin de cuentas, una descripción que nos trae los ecos de una verdadera situación revolucionaria en el ayuntamiento capitalino:


SIC: Palabras de JRD


Para terminar, suplico a los ciudadanos de Las Palmas que, dando pruebas de solidaridad con el pueblo saharaui, contribuyan generosamente a la recogida de gofio, vestidos y ropas que se ha abierto para ayudar a un pueblo que lucha tan heroicamente por su independencia.


Con estas palabras, poco más o menos, terminaba su discurso inaugural el primer alcalde de la ciudad democráticamente elegido por el pueblo. Constituyen toda una definición simbólica del tono, es decir, del carácter expresivo y del estilo político que habría de asumir la nueva corporación en los dieciséis meses de gobierno de la coalición de izquierdas (…).

Los nueve concejales de la UPC tenían el aparente denominador común del nacionalismo canario, diversamente teñido: desde el separatista (…) al nacionalista (... ). Habían hecho una vigorosa campaña electoral moviendo los posos del eterno descontento insular ante las torpezas del centralismo. Al removerlos, salieron a la luz las viejas frustraciones y los seculares agravios, convirtiendo la ardorosa campaña casi exclusivamente en un movimiento de signo negativo, no con un programa “pro”, sino con un programa “contra”. Un detalle revelador es que nos lanzaban a nosotros como un insulto el airado apóstrofe de “¡españolistas!”. En cuanto a la capacidad política, las notas dominantes eran la total inexperiencia, el mediocre nivel cultural, con pocas excepciones (…).

No es posible (…) describir con detalle aquellos estrambóticos meses de gobierno, en los que se alcanzaron niveles de “relajo” político jamás soñados. El Ayuntamiento se convirtió en lugar de encierro de toda clase de protestantes, desde los guagüeros hasta los familiares de marineros afectados por los conflictos en aguas africanas. Más de una vez tuve que faltar al trabajo porque mi despacho de primer teniente alcalde había sido convertido en dormitorio de familias marineras encerradas. Los retretes se tupían, se agotaban los rollos de papel, se registraban llamadas telefónicas a Venezuela o países lejanos, las fachadas a León y Castillo de las oficinas aparecían de pronto tapizadas de largas y llamativas pancartas en que se defendía lo mismo la independencia saharaui que el abaratamiento del agua (…).

Los sábados no iba nunca el alcalde a las oficinas, pero sus colegas solían organizar en el gran salón contiguo a su despacho unas divertidas cuchipandas domésticas, a base del bien surtido bar del despacho (…).

La tónica de la gestión general (…) la da este hecho repetido: para conocer la marcha del Servicio de Agua, el concejal encargado no interrogaba al ingeniero director, sino a los fontaneros de guardia nocturna”.

(Tomado de “Memorias de un hijo del siglo”, de Juan Rodríguez Doreste).

* Recordamos que el Curso de Crítica a la Cultura Capitalista está pensado como un proyecto de formación política que nace con el convencimiento de que la reflexión crítica ejercida de manera colectiva es una herramienta imprescindible para todas aquellas personas y colectivos sociales que quieran transformar el sistema capitalista. En este sentido, está abierta y es bienvenida la participación de todas y todos. Puedes ver en esta otra entrada una presentación y el cartel con las restantes sesiones del módulo III (abril a junio de 2013).

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