sábado, 28 de mayo de 2011

Próxima sesión. Viernes 3 de Junio a las 18.30.

El viernes 3 de mayo a las 18.30 en el Café de espacio tendremos la siguientes sesión del Foro crítica y sociedad.

La sesión se centrará en pensar colectivamente los movimientos ciudadanos que están tomando las plazas del estado.

Para contribuir a la reflexión adjuntamos un artículo muy interesante de Enrique Dussel:

Participación democrática y estado de rebelión


Enrique Dussel
La Jornada


La Plaza del Sol de Madrid se llena de jóvenes y ciudadanos indignados; así como llenaban por mayores motivos la Plaza Tahrir (de la Liberación) en El Cairo, y el 21 de diciembre de 2001 la Plaza de Mayo en Buenos Aires para derrotar al gobierno de Fernando de la Rúa y su estado de excepción. Hemos ya indicado en otra colaboración de La Jornada que estos movimientos nos recuerdan un hecho fundamental en la vida política de los pueblos: el estado de rebelión: la Comuna de participación directa en primera persona plural: nosotros. Recuerda al Estado que no es principalmente un gobierno representativo, sino una comunidad participativa. Marx propuso esa experiencia límite de la Comuna como un postulado político (aquello que es pensable lógicamente o por un cierto tiempo, pero imposible en el largo plazo). Hoy, sin embargo, es políticamente posible.

Los jóvenes de la Plaza del Sol discuten si permanecerán más tiempo en ella. Ellos querrían permanecer para siempre ahí (como enuncia el postulado), pero siendo relistas deberán volver a sus tareas cotidianas, y no podrán evitar a la representación frecuentemente corrupta y sin posible control por parte de la organización de la participación. ¡Volverá a gobernar de manera representativa! Aquel ¡Que se vayan todos!, enuncia el postulado, la idea reguladora, pero no es factible. Factibilidad y gobernabilidad no están contra los ideales, los postulados, pero marcan sus límites.

Es decir, es imposible permanecer siempre en la plaza. ¿Hace esto imposible una participación diaria, cotidiana, organizada, eficaz del pueblo? ¿Cómo puede alcanzarse la práctica permanente de una participación auténtica? ¿Es para ello necesario negar la representación (que se va corrompiendo en todos los países actualmente) e intentar una participación directa imposible? El aparente dilema se disuelve comprendiendo que es necesario organizar la participación desde la base (como en los ejemplares caracoles zapatistas o en la legislación venezolana promulgada el 21 de diciembre de 2010 sobre Leyes del Poder Popular) en las asambleas de la comunidad o las Comunas, con la representación respectiva (el concejo comunal, por ejemplo en Venezuela). Pero después, hay que ascender a un segundo nivel organizativo de la participación en la Comuna, representada en el consejo ejecutivo; para sólo en un tercer nivel llegar participativamente a la Asamblea conjunta de las Comunas (en el nivel municipal), con la representación en el parlamento comunal o municipal. Es decir, desde abajo hacia arriba, desde la base hasta el municipio, estado provincial o Estado federal, se van organizando, de manera muy diversa, las dos instancias de la democracia: la participación y la representación. El liberalismo burgués sólo institucionalizó la unilateral democracia representativa, hoy en crisis. No hay sin embargo que eliminar la representación. Hay que darle contenido y controlarla con la organización de la participación en todos los niveles. Esto último nunca se ha practicado (ni siquiera ideado, en cuanto articulado con la representación). Es la revolución política del siglo XXI.

Es decir, las masas inconformistas y rebeldes que pueblan las plazas no han imaginado todavía cómo permanecer en la participación factible, organizada, institucionalizada, cotidiana, eficaz. No es ciertamente gracias a una asamblea directa permanente.

No serán ya los partidos políticos, necesarios en la representación, los que organicen la participación. Ahora son los movimientos antisistema, las instituciones de la sociedad civil (como sindicatos, grupos de vecinos, tercera edad, niños de la calle, pueblos originarios, feministas, etcétera), que con las redes electrónicas (los nuevos medios de producción de las decisiones políticas se transforman en instrumentos revolucionarios en manos del pueblo mismo), los que convocan multitudes a las plazas del mundo. Pero esta revolución de participación no sólo necesita organización, institucionalización (constitucional y legal, como en Venezuela) (1), además de estratégica y táctica cotidiana, sino que también necesita una teoría para dar contenido político al movimiento, y la aparición de cierto liderazgo orgánico (como enseñaba A. Gramsci), condiciones sin las cuales scae inevitablemente en una espontaneidad ahora sí populista (y es el peligro inminente de todas esas muchedumbres indignadas justamente).

Queremos indicar entonces que la humanidad, las grandes masas de los países periféricos y centrales, comienzan a tomar conciencia de que la democracia representativa (no la democracia sin más) y los organismos internacionales (en especial los del capital financiero) no son dignos de confianza por el alto grado de corrupción de sus burocracias (como lo manifiesta el FMI) y por su opción capitalista. Frente a ellos se levanta un pueblo en estado de rebelión (que deja al Estado de derecho y al estado de excepción en el aire, al menos en Egipto o en el ejemplo argentino), y que convoca a la imaginación para organizar una nueva estructura participativa del Estado que exija, con planificación mínima pero estratégica, el cumplimiento de las necesidades del pueblo a las instituciones representativas, y que las controle eficazmente. Es la organización participativa del pueblo la que debe vigilar y castigar (no disolver) a la representación. A la representación corresponde aquello de "mandar obedeciendo"; no a la participación, que "manda mandando".

Nota
(1) Expresar esto en los medios intelectuales y filosóficos de los socialdemócratas europeos o estadunidenses, y sus comentaristas latinoamericanos, crea fuertes reacciones, donde se confunden los lentos progresos de la participación (en el cuerpo legal y en la práctica) en Venezuela con un populismo vulgar, cuando no fascista.
* Nota de Correspondencia de Prensa: Enrique Dussel, filósofo nacido en Mendoza, Argentina, vive desde 1975 en México. Fundador con otros del movimiento Filosofía de la Liberación. Trabaja especialmente el campo de la Ética y la Filosofía Política. Ha publicado importantes estudios sobre la obra económica de Karl Marx.

Repensar la democracia en 11 puntos. Democracia o capitalismo

Texto para introducir el debate en la acampada de San telmo, en la sesión extraordinaria del 26 de mayo.


Repensar la democracia en 11 puntos. Democracia o capitalismo.


  1. Necesitamos repensar la democracia, llenarla de contenido. El término “democracia” funciona como un fetiche, parece que todo el mundo sabe qué significa y lo sabe en oposición a algo terrible, a los fascismos o a los totalitarismos. Hace unos días Esperanza Aguirre decía que adjetivarla era ir en contra de la propia democracia, para ella, por supuesto, la democracia quiere decir votar. Dejen de gritar, voten; Dejen de tomar las calles, voten; Dejen de organizarse, voten, o a lo sumo creen un partido político. Esto pervierte el sentido de la democracia.


  1. Oponiéndose a la ecuación democracia=votos, se oye decir que la democracia es el poder del pueblo, estamos de acuerdo, pero hay que ir a lo concreto, a las mediaciones; El poder del pueblo, así expresado, tampoco quiere decir nada, necesitamos concretar: ¿Quién es el pueblo?; ¿Qué mediaciones organizar para participar políticamente?; ¿Qué contenido concreto debe garantizar toda democracia para no ser auto-contradictoria?


  1. ¿Quién es el sujeto de la democracia? Todas, cuantas más mejor, todas las personas debemos tener voz (no sólo voto, pero también voto). Esto es una obviedad, cualquier persona (incluso los políticos profesionales) suscribiría esta afirmación. Pero a la hora de la verdad, no todas somos iguales, no todas tenemos el mismo poder.

Cuando una persona es desahuciada de su casa o está en una situación de exclusión tiene muchos más problemas para hacerse oír que si dirige un banco. Si alguien dirige un banco tiene muchas posibilidades de que el presidente del gobierno le llame a su despacho y charlen un rato. Algunas tenemos voto, otros voz y voto. Queremos tener derecho a expresarnos o a manifestarnos, pero también queremos que se nos escuche. Las élites político-bancarias-empresariales tienen maneras de encontrarse, para eso organizan sus foros, sus recepciones presidenciales, pero sin llegar tan lejos, ellos comen juntos, se conocen, juegan al golf, son amigos, familia, tienen sus formas de hacerse oír, pero no todas podemos hacerlo, necesitamos formas de participación realmente horizontales.


  1. Aquí llegamos al cómo, teóricamente todas podemos participar, pero después no hay estructuras para hacernos oír, no hay mecanismos de participación real y efectivo. La participación ciudadana gubernamental es puro folklore, organizar una fiesta, un baile, eso está muy bien, pero queremos decidir más cosas. ¿Queremos vivienda digna para todas? ¿queremos renta básica? ¿queremos guarderías públicas en vez de rescatar a los bancos? Tenemos derecho a organizarnos políticamente para organizar nuestra vida en colectivo, no sólo para bailar juntas (que también), sino para exigir más derechos sociales, mejores condiciones de vida.

Organizar la comunidad de abajo a arriba, procesos participativos reales, asambleas populares, organizaciones de barrio... Sólo tiene sentido la figura de un político electo si es capaz de facilitar los cauces de participación de todas, es su obligación, facilitar la participación en los asuntos más importantes, mandar obedeciendo, que dicen los zapatistas. La principal tarea de un político no es tomar decisiones profesionales sino facilitar mecanismos para que la gente decida, desde el barrio, desde el municipio, desde abajo, sin esto no hay democracia. Procesos participativos vinculantes, con cuestiones de fondo en juego.

Pero todo este proceso participativo depende de que todas las personas que formen parte de una comunidad tengan unas condiciones mínimas de partida. Hay cuestiones que no pueden estar en decisión para que sea posible decidir. La democracia necesita que se defienda un mínimo contenido material para que se pueda ejercer.


  1. ¿No habría cierta contradicción en que se diga que todo el mundo debe decidir y después se afirme que hay cosas concretas que estamos obligados a garantizar? Creemos que no, sin unas condiciones mínimas de igualdad y libertad efectiva no podremos hablar nunca de democracia.

Si democracia es el ejercicio del poder por parte de todas y bajo unas condiciones de igualdad, no podemos permitir que haya personas que ejerzan más poder que otras.

Debemos conseguir unas condiciones según las cuales todas las personas puedan expresarse con libertad: La lucha contra la exclusión es una lucha por la democracia, por permitir hablar y decidir a aquellos que se les niega la palabra. Hay que pelear contra la democracia formal, vacía, para llenarla de contenido.


  1. Resumiendo esta primera parte: podremos hablar de democracia cuando todas las personas puedan participar activamente en la construcción colectiva de la sociedad. Pero esto sólo se puede dar si todas tenemos unos mínimos condiciones de vida no sujetas a un tercero y tenemos las mismas posibilidades de expresarnos. Por tanto, si consideramos importante la democracia habrá que garantizar al menos dos cosas: 1) Las condiciones mínimas de existencia no pueden depender de las leyes de mercado y 2) Los medios de comunicación deben tener un interés colectivo.


  1. Educación, Sanidad, alimentación, vivienda y ocio. Si una colectividad puede garantizar esto, tiene el deber de hacerlo, ya que es la condición necesaria para el desarrollo de una vida plena y libre. Garantizar unos mínimos para decidir colectivamente el resto de cosas.


  1. Todas tenemos los mismos derechos a hacernos oír, independientemente de nuestro poder adquisitivo. Conocemos a los partidos políticos por los medios de comunicación, los medios son grupos empresariales privados con intereses concretos. Un partido tendrá tanto más apoyo cuanto más difusión tenga en los medios. Si tienes dinero puedes tener un medio de comunicación y los partidos dependerán de ti para llegar al poder, por tanto, a más dinero, más voz y más poder.

Nadie duda de que si queremos garantizar unos mínimos de justicia habrá que impedir que haya un sistema judicial privado, y defender un sistema judicial estatal (no gubernamental); ante la importancia creciente de los medios de comunicación habría que exigir algo similar. El críterio por el cual un grupo puede tener o no un medio de comunicación no puede ser su dinero, debe haber otros requisitos consensuados colectivamente.


  1. Por tanto, si queremos que haya democracia tenemos que pelear por sacar del mercado (es decir, del control de los que más tienen) las condiciones mínimas de vida y los medios por los que nuestra voz se puede hacer oír. No nos vale la libertad formal, queremos condiciones de vida mínimas para no depender de otros para vivir. Ahora bien, ¿Qué podemos hacer nosotras aquí y ahora para luchar por la democracia? Dos cosas: Resistir lo poquito que nos queda de libertad, acompañado de la denuncia de lo que se nos priva y construir nuevos espacios de libertad.


  1. Resistir: Denunciar públicamente el abuso de las élites, de los bancos, de las empresas, de esta democracia ficticia, pelear contra la exclusión social, la privatización de las condiciones de vida, la militarización del estado, denunciar la manipulación consumista, la cultura del “sálvese quien pueda”, defender lo público....


  1. Construir: Crear espacios no mercantilizados para la vida, ir construyendo el mundo que queremos ver realizado. Construir y defender los medios de comunicación alternativos, los grupos de apoyo mutuo, en vivienda, alimentación... Construcciones de vida que privilegien la libertad colectiva por encima del interés personal, estas construcciones de nuevos espacios de libertad intentan empoderar al mayor número de gente posible, y éste es el sentido fuerte de democracia.

Antonio Aizpuru
jueves, 26 de mayo de 2011

Sesión extraordinaria del foro en la acampada del parque san telmo

El jueves 26 de mayo a partir de las 18.30 de la tarde tendremos un encuentro especial del foro crítica y sociedad.
El encuentro se celebrará en las acampadas del parque de san telmo, donde trataremos la cuestión de la democracia.
Tendremos exposiciones muy breves desde diferentes perspectivas para centrar las cuestión en el debate sobre los sentidos de la democracia en nuestro mundo capitalista.

Les esperamos por allí.

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