jueves, 14 de marzo de 2013
Carta abierta a las entidades organizadoras de la segunda simulación de un campamento de refugiados
“Les rogamos que no frivolicen con el dolor humano”.
El anuncio de la convocatoria de la
“Segunda simulación campamento de refugiados” por parte del Centro
Universitario de Cooperación Internacional al Desarrollo (CUCID) de la
ULPGG, para jóvenes universitarios/as en colaboración con ACNUR (Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiado), CEAR (Comisión
Española de Ayuda al Refugiado), Cruz Roja (Centro de Ayuda Humanitaria y
Emergencias), Médicos del Mundo y la BRILCAN (Brigada de Infantería
Ligera Canarias) ha preocupado a entidades y colectivos sociales de Gran
Canaria, isla donde esta previsto que se realice dicha actividad entre
los días 9 y 10 de marzo.
En calidad de personas comprometidas
con la solidaridad y la construcción de un mundo en paz les rogamos que
reconsideren la conveniencia de llevar a cabo esta actividad por las
siguientes razones:
En primer lugar, por lo que supone
frivolizar situaciones tan difíciles como las que pretenden simular. El
drama humano que significa el desplazamiento forzoso para las personas
víctimas de conflictos armados o catástrofes naturales y las precarias
condiciones de vida en las que se ven obligadas a sobrevivir no es ni de
lejos reproducible en una “representación teatral” de una acampada de
fin de semana.
Creemos que actividades de este tipo,
en las que se pone el acento en la aventura o el entretenimiento -tal
como refleja el eslogan publicitario: “¿te lo vas a perder?”-, en lo más
absoluto ayudan a concienciar a nuestros/as jóvenes. Lejos de
sensibilizarlos/as sobre las causas por las que han llegado a
encontrarse en situación de vulnerabilidad quienes se ven obligados/as a
asilarse en un campo de refugiados/as, se les ofrece una visión
superficial, más propia de un reality show o un parque temático. Y así
queda patente en el programa de actividades previsto centrado en las
cuestiones técnicas de supervivencia, relacionadas con las condiciones
de vida en un campo de refugiados/as.
En segundo lugar, nos parece muy desafortunada la participación del ejército en dicha actividad. Además de promocionar la diplomacia humanitaria coercitiva,
de nefastas consecuencias en conflictos como los de Irak o Afganistán y
más recientemente en Libia, contribuye a legitimar el papel de los
ejércitos en la acción humanitaria.
Conflictos como los de Somalia,
Sierra Leona o Angola han demostrado que cuando las actividades de paz o
estabilización militar incluyen a la ayuda humanitaria como una
herramienta para la consecución de objetivos políticos y de seguridad,
los actores de la ayuda quedan deslegitimados y se ven privados de
acceso a las poblaciones atrapadas en situaciones de conflicto. La
imparcialidad inherente a la ayuda humanitaria se ve inevitablemente
comprometida al ser asociada con la intervención militar.
En estas situaciones, el objetivo de
impedir la violación de los derechos humanos es reemplazado por la
defensa del despliegue de la ayuda humanitaria. Convirtiendo “lo
humanitario” en sustituto de la acción política al olvidar que los
derechos humanos son realizados por las personas y requieren cambios en
las instituciones y las estructuras de los estados. Sin olvidar que la
utilización de militares para el reparto de ayuda humanitaria ha sido
fuente de disfunciones, tal y como denunciaron las ONGs tras el
terremoto de Haití, calificándola de ineficaz, sesgada e inadecuada.
En tercer lugar, consideramos que este tipo de actividades contribuyen a legitimar la creciente “securitización”
de la ayuda, que subordina la agenda del desarrollo a los imperativos
de la seguridad y el antiterrorismo. Al tiempo que sirven como coartada
para que se siga considerando AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo) buena
parte de los gastos de las operaciones militares del ejército español en
el exterior. Más grave aún si cabe en una coyuntura como la actual de
drásticos recortes en los fondos de ayuda al desarrollo y en la cual, al
mismo tiempo que se destinan 5 euros a cooperación por habitante, son
368 euros los que se invierten en gastos militares.
Por ello, y para finalizar, invitamos
a las ONGDs participantes en esta “simulación” a recuperar campañas
como la denominada “Dividendo por la Paz”, promovida hace algunos años
por la coordinadora de ONGDs, y cuyo objetivo era lograr la utilización
alternativa de los recursos invertidos en gastos militares para cubrir
las necesidades sociales, de paz, ambientales y humanas de nuestras
sociedades y de los países del Sur.
Alternativa Antimilitarista-MOC.
Asociación Canaria de Economía Alternativa.
Asociación Canaria Siembra.
Cobas-Sindicato de Comisiones de Base.
Comité Canario-Boliviano de Solidaridad con Bolivia-Tarpuy.
Coordinadora Canaria por la Paz.
Coordinadora por la Salud y la Sanidad Pública
Foro Crítica y Sociedad.
Izquierda Unida Canaria.
Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales-REDESSCAN.
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