lunes, 17 de diciembre de 2018
Por un populismo de izquierda- Chantal Mouffe
Por un populismo de izquierda - Chantal Mouffe
(Reseña)
Gabriel
Valenzuela *
En un mundo cada vez más vulnerable a las
crisis de la hegemonía neoliberal, es necesario entender sus traducciones
políticas y la articulación de un sinfín de identidades políticas nuevas que se
alzan para contrarrestarlo. Tejiéndose en este momento coyuntural global, “la
cosa misma” que no es nada más que la política, se sitúa el libro de Chantal
Mouffe “por un populismo de izquierda” que apuesta por una estrategia política
discursiva que logre irradiar un nuevo horizonte democrático radical en favor
de la igualdad y la justicia social, generando un agonismo político contra el
establishment oligarquizado y la actual tendencia de derechización en los
países occidentales.
A lo largo de esta “intervención política”
se entrevé el pensamiento crítico de Mouffe de manera clara y partisana. Entre
las tantas reflexiones que expone la autora, se vierte sobre todo la crítica
inmanente a la estructuración y la crisis del orden neoliberal, conceptualizado
por la autora como la post-democracia. A diferencia de otros teóricos como
Rancière o Crouch, Mouffe define la post-democracia como la eliminación de “la
tensión agonista entre los principios liberales y los democráticos – que es constitutiva
de la democracia liberal…” (p. 30), lo cual comporta un robustecimiento del
liberalismo económico y una grave limitación de la democracia relegando el
liberalismo político a un segundo plano. Ésta se compone de dos dimensiones que
ha logrado ocluir la soberanía popular. Respecto con su dimensión política, la
post-democracia logró desdibujar “la frontera política entre la derecha y la
izquierda” (p.31) vaciando las instituciones políticas y por lo cual “las
elecciones ya no ofrecen la posibilidad de decidir entre alternativas reales a
través de los ‘partidos de gobierno’ tradicionales” (ibid.). A este elemento
Mouffe lo denomina la post-política que como consecuencia ha
eliminado cualquier indicio de contestación política real: “así la política ha
pasado a ser una mera cuestión de administración del orden establecido, un
dominio reservado a expertos, y la soberanía popular ha sido declarada
obsoleta” (p.32). En su dimensión económica, la post-democracia acentúo la
“oligarquización de las sociedades occidentales” (ibid.) mediante el proceso de
acumulación por desposesión por el cual se deterioró las condiciones laborales
de las clases trabajadoras y se gestionó la precarización y pauperización de
las clases medias.
Es en este contexto, que debemos de entender
las resistencias a las transformaciones económicas y políticas devenidas por el
neoliberalismo y su condición post-democrática como un “momento populista”.
Planteado de esta manera, el gran desafío de la izquierda, argumenta Mouffe, es
la de articular demandas sociales heterogéneas insatisfechas construyendo una
frontera que divida el campo social en un pueblo contra un adversario común: la
oligarquía. La pregunta entonces para la izquierda consiste no tanto en qué
decir, sino en cómo seducir a las identidades
dislocadas por el neoliberalismo (identidades diversas en permanente
construcción y en disputa política), que toma como arma política de
politización la dimensión afectiva (más
allá de la racionalidad argumentativa, empírica o utilizando categorías
demasiado abstractas como el “capitalismo” o la “clase obrera”), para construir una identificación
discursiva del nosotros, un pueblo, contra un ellos (la negatividad radical), el establishment. En suma, la tarea principal es la de politizar y
organizar las pasiones en torno a una identificación del nosotros plebeyo para
quitarle los privilegios a la elite rentista.
El fin de la estrategia populista no el de tomar el poder sino de transformar las instituciones y las
relaciones sociales de dominación en múltiples espacios públicos agonistas
mediante una hegemonía expansiva con vistas a radicalizar los principios
normativos de la democracia – la igualdad y la libertad- para transitar a un nuevo orden
hegemónico. El horizonte de la
democracia radical propone que el Estado no sea una cosa pasiva, sino que sea
un campo de lucha para facilitar un equilibrio de fuerzas más representativo
para los sectores progresistas, en la medida en que los movimientos sociales
puedan “involucrarse con los diversos aparatos del Estado para
transformarlo, para hacer del Estado un
medio de expresión de las múltiples demandas democráticas” (p.69), además
tomarse en serio la construcción de espacios comunitarios dentro de la sociedad
civil.
Si bien el texto es coyuntural, Mouffe deja
sin responder algunas críticas contemporáneas. Mencionaré solo dos. En lo
teórico, no reflexiona sobre la aparente contradicción entre republicanismo y
populismo, y la posible solución teórica de la institucionalidad popular. Y en
lo práctico, no discute la especificidad, las condiciones particulares y las
críticas de experiencias populistas como Syriza en Grecia, Podemos en España y
el de los Kirchner en Argentina. A pesar de estas críticas, Mouffe plantea una
lectura imprescindible para reflexionar sobre el “momento populista” coyuntural
y el camino a seguir de una izquierda comprometida con expandir los límites de
lo posible.
* Magister en Ciencias
Sociales esp. Globalización y Desarrollo Económico en SOAS, Universidad de
Londres.
Nota: El presente artículo se publica en la
revista política peruana “ El Ojo Zurdo”
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