domingo, 14 de mayo de 2017
La Nakba Palestina ( La Catástrofe) : 15 de mayo
CIEN
AÑOS DE APARTHEID ISRAELI
Jesús
Valencia *
En mayo de 1948
Israel se autoproclamó Estado soberano y la ONU le regaló más de la mitad de Palestina. Según el relato
oficial, un gran día: los judíos dispondrían de un hogar en el que cobijarse y
dos Estados – Israel y Palestina- vivirían en armoniosa vecindad. La realidad
era diferente: el mundo pudo ubicar en
aquella parcela a los judíos a los que no quería recibir y
estos gozaron del visto bueno para culminar su tarea; ya llevaban cincuenta
años colonizando Palestina y ahuyentando a sus pobladores.
Cien años de
colonización sionista y de resistencia palestina han arrancado de cuajo las caretas; aquel
supuesto Estado modélico exhibe su habitual
crueldad y recibe hoy el juicio ético que se merece. La fiesta nacional de este año
estará marcada por dos hechos ilustrativos: la huelga de hambre de los presos
políticos palestinos y el señalamiento de Tel Aviv como régimen de
apartheid. Este solo puede sostenerse
mediante la represión y el encarcelamiento masivos; miles de palestinos
-incluidas mujeres y niños- soportan
duros regímenes carcelarios. El día 17 de abril, la población reclusa se
declaró en huelga de hambre y la población palestina apoya esta decisión. Las
autoridades israelíes han habilitado dentro de las cárceles hospitales de
campaña; intentarán alimentar por la fuerza a los huelguistas, medida que se
niegan a aplicar los médicos civiles.
Hace dos meses, una Agencia de la ONU publicó un
contundente informe que aseguraba: “más
allá de toda duda razonable, Israel es culpable de políticas y prácticas que
constituyen el crimen de APARTHEID”. Dicha afirmación se ajusta a la realidad:
Israel mantiene en vigor numerosas leyes discriminatorias; en los territorios
ocupados aplica legislaciones diferentes; otorga la nacionalidad a cualquier
judío que llegue y se la niega a los pobladores originarios; los palestinos de
Jerusalén solo cuentan con permisos de residencia susceptibles de perderlos por
ausencias prolongadas; los servicios de agua, educación, atención sanitaria están distribuidos de forma desigual; la
población palestina no puede usar carreteras
privativas y sus coches tienen que
llevar matrículas diferentes; no se le conceden permisos para
que pueda mejorar sus viviendas o construir
una nueva.
El título del informe
(“Prácticas israelíes contra el pueblo palestino y la cuestión del
apartheid”) ya preludiaba tormenta y su publicación la
desató. Palestina lo calificó de histórico; era la primera vez que una
Agencia de la ONU declaraba a Israel culpable de apartheid y urgía al mundo para que
tomase medidas contra este crimen. Tanto Estados Unidos como los aludidos negaron la acusación y arremetieron contra
quienes la formulaban. Reacción propia
de necios. Significados líderes israelíes admitieron el riesgo
de incurrir en dicho atropello si la colonización masiva se
prolongaba: “Tendremos que liberarnos de los territorios y de la población
árabe lo antes posible si no queremos convertirnos en estado de apartheid” (Ben Gurión)”. “Sólo será posible mantener a toda la población árabe
dentro de un estado judío mediante la
práctica del apartheid” (Isaac Rabin). “Hemos establecido un régimen de
apartheid en los territorios ocupados” (Michael Ben-Yahir, ex fiscal general
del estado) Si líderes israelíes
inteligentes admiten la práctica de esta lacra, es inevitable que otras voces también la repudien. El año 2004, la
universidad de Toronto organizó la primera
semana contra el apartheid israelí; en la actualidad, más de 200
ciudades de todo el mundo organizan estas semanas entre los meses de Marzo y
Abril.
La publicación del Informe
también dejó al descubierto el talante del nuevo Secretario General de
Naciones Unidas. Acobardado por las presiones,
exigió a los responsables del informe que lo retiraran. Ya era tarde, el mensaje se ha extendido y la campaña de boicot a
Israel ha salido reforzada. La
Secretaria Ejecutiva de la Agencia que redactó el documento, demostró entereza
y dignidad; prefirió renunciar a su
cargo antes de cometer la ruindad que le exigían. La jordana Rima Jalaf se expresaba así en su carta de dimisión: “Resulta
lógico que el criminal agreda a todo el que defienda la causa de la víctima. A
pesar de todo, yo no estoy dispuesta a someterme a estas presiones. Estoy
persuadida de que decir la verdad ante el opresor no es solo es un derecho sino también un deber. (…) La dolorosa
realidad es que el régimen de apartheid sigue vigente en el siglo XXI.”
* Jesús Valencia es Internacionalista
vasco, autor del libro “Boicot a Israel”
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